Hay quienes creen que el amor mueve el mundo, y en consecuencia enciende también la luz de los flashes y el disparador de las cámaras de fotos. Por azar, dicen otros, que nos conocemos… Así, una puerta giratoria un día cara a cara, algún “disculpa” entre la multitud, o simplemente una hoja que voló de una espalda a otra. También los hay quienes afirman que respiramos el mismo aire que está circulando la tierra desde el inicio de los tiempos. Cada uno de nosotros opina y cree de manera diferente, particular. Un fotógrafo igualmente se diferencia de otro por tener puntos de vista diferentes, componer y encuadrar desde este lugar, pudiendo haberlo hecho desde ese otro; ver lo que pasó durante una fracción de segundo que quizás otro no vio y viceversa. Creo en el azar. Creo que el amor mueve el mundo, y también creo que muy probablemente estemos respirando el mismo aire que respiraron nuestros antepasados hace miles de años.
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